jueves, 23 de enero de 2014

Represión policial deja 6 campesinos heridos que protestaban contra fumigación ilegal en Paraguay


General Resquín (Paraguay), 22 de enero.- Un enfrentamiento entre policías que protegían la fumigación de un campo de soja y campesinos que protestaban contra el uso de agrotóxicos cerca de sus casas en Paraguay se saldó hoy con cinco civiles heridos leves y uno de mayor gravedad por un disparo de bala de goma en un ojo.
El grupo de labriegos pretendía evitar que un tractor fumigara una plantación de soja a tan solo 20 metros la colonia campesina Cresencio González, en el departamento norteño de San Pedro.
Las familias campesinas se quejan de que los productos químicos contaminan los alimentos que ellos cultivan y consumen.





Armados con palos, los civiles intentaron sobrepasar el cordón de 250 agentes de la Policía Nacional que custodia las tierras, cuyo propietario es un terrateniente brasileño que acapara unas 40.000 hectáreas solo en el distrito de General Resquín, según explicó su alcalde, Eugenio Rodas Riquelme.
El batallón policial respondió con disparos de balas de goma y gases lacrimógenos, mientras el tractor continuaba fumigando.
"El motivo de los campesinos es la falta de respeto por las leyes medioambientales, acá en frente se nota claramente que no hay valla de protección como dice la ley", dijo Rodas.
El alcalde declaró que el territorio de este municipio está cubierto en un 60 % por cultivos de soja de grandes terratenientes, en su mayoría brasileños.
"El uso de agrotóxicos perjudica seriamente a la salud de la población, al medio ambiente y a la producción tradicional de las familias campesinas", añadió.
La persona herida en un ojo fue traslada a un centro médico, mientras que los otros cinco, que recibieron también disparos de bala de goma en la cara, en las orejas, el cuello y el pecho, permanecieron en el lugar siendo atendidos por un auxiliar de atención primaria.

"Tiraron a propósito del pecho para arriba, la mayoría fueron heridos en ojos, cabeza y orejas", manifestó Rodas, que llegó al lugar para mediar entre las dos partes nada más conocer que se estaba produciendo el enfrentamiento.
Hace aproximadamente un mes hubo otro choque, aunque de menor envergadura.
El comisario Odilio González, al cargo del batallón policial, dijo a que tiene "amparo constitucional firmado por un juez" para proteger la tierra del empresario brasileño.
"Son izquierdistas, se mueven por ideología. Quisieron entrar, cortaron alambre, quisieron quemar el tractor que estaba trabajando y repelimos con gas lacrimógeno", añadió.
Según el comisario, los campesinos rompieron un vidrio de un coche patrulla e hicieron un rasguño en la nariz a un agente y otro rasguño en el mentón a otro.
El alcalde de General Resquín dijo que en la plantación de soja donde ocurrió el enfrentamiento no se respetan las leyes medioambientales, que prohíben la fumigación con agroquímicos si el viento sobrepasa los 10 kilómetros hora o si la temperatura supera los 32 grados.
El tractor comenzó a fumigar cerca de las 10 de la mañana con una temperatura de unos 36 grados, en esta zona de tierra roja y caminos áridos considerada por las autoridades como la región más pobre del país.
Además de las 42.000 hectáreas que tiene en Resquín, la empresa sojera del latifundista brasileño, Agroganadera Aguaray S.A, posee otra superficie similar en el departamento de Canindeyú, según el intendente Rodas.
Paraguay es el país con la segunda mayor concentración de tierras en el mundo, ya que el 2,6 % de los propietarios detentan el 85,5 % de la superficie agraria, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Paraguay
Texto y fotos distribuidos a medios de comunicación por la Agencia Efe 

viernes, 3 de enero de 2014

La orquesta de niños que transformó la basura en música


Trozos de tubería, latas de aceite industrial, monedas, llaves viejas y mucho ingenio componen los instrumentos de la orquesta de niños de Cateura, que debutará mañana en el Auditorio Nacional de España.

Provenientes de un barrio estigmatizado por su pobreza y su cercanía al vertedero de Asunción, la treintena de niños paraguayos que componen la Orquesta de Instrumentos Reciclados demostrará en España cómo han empezado a transformar su comunidad gracias a la música y el empeño.

Corría 2006 cuando Favio Chávez, de 37 años, ingeniero ambiental apareció en Cateura, una barriada de calles sin asfalto que en aquel entonces solo ocupaba páginas de sucesos en los diarios. Albergar la basura de toda una ciudad donde apenas existe un mínimo sistema de reciclaje da lugar a muchas noticias policiales.

Nacido en un pequeño pueblo a unos 80 kilómetros de Asunción, Chávez llegó a Cateura para terminar su tesis sobre separación de residuos, pero los hijos de los "gancheros", como son conocidos en Paraguay los trabajadores del vertedero, reclamaban su atención mucho más que la basura.


Técnico, pero también músico, decidió traer dos guitarras para entretener a los chicos mientras sus padres y madres trabajaban.

"Había que alejarlos de las máquinas peligrosas, de la suciedad..." recuerda Chávez, ahora director de una escuela de música financiada con donaciones y con las actuaciones de la orquesta infantil que en los últimos dos años ha viajado a Estados Unidos, Japón, Holanda, Brasil o Colombia.

"Cada vez venían más niños y no había instrumentos para todos. Ahí apareció el talento de Don Colá", dijo Chávez sentado en una de las aulas donde ahora imparte clases de forma gratuita a unos 150 niños del barrio.

Nicolás Gómez, ganchero veterano del vertedero encontró un violín roto y se lo llevó a Chávez, quien le propuso que intentara arreglarlo.

Don Colá aprovechó maderas del instrumento original y añadió restos metálicos encontrados entre la basura para terminar un violín "sui generis".


Así nació el símbolo que ha hecho a la orquesta de Cateura alzarse por encima del resto de agrupaciones profesionales del país.

"Cuando Favio lo agarró y tocó, yo no lo podía creer, nunca pensé que fuera a sonar", afirmó el luthier Don Colá, mientras en su humilde taller, pegado al vertedero, hacía los últimos apaños a los instrumentos que los jóvenes intérpretes se llevaron a España.

Suena cumbia en la radio, gallinas y perros entran y salen marcando con sus patas el suelo de tierra roja de la casa. El olor, a veces nauseabundo, se apodera del taller. Suena el taladro, salta polvo y astillas. Don Colá sonríe: "soy muy feliz ayudando a estos chicos a salir adelante".



La capital de Paraguay, erigida a la vera del río homónimo, es una ciudad urbanizada a golpe de necesidad. Las precarias casas de los bañados, como son conocidos los pobres barrios que rodean Asunción, prácticamente se caen al agua. Con cada lluvia, todo se inunda.

Viviendas pequeñas y familias numerosas, muchas carencias sociales, falta de servicios estatales, caminos, desagües, así es Cateura, pero con el plus de tener un enorme vertedero con poco control ambiental.

"La gente nos trae su basura y nosotros la convertimos en música", dice Brandon Cobone, contrabajista de 16 años, mientras blande su arco sobre su instrumento hecho con una enorme lata de aceite industrial.


Las madres trabajadoras del vertedero, Favio y Don Colá se lanzaron juntos a un proyecto que nunca pensaron que saldría del barrio. Convirtieron las horas muertas de los niños en clases de música y de reciclado.

Pronto hubo guitarras, violines y tambores de hojalata para todos, incluso saxofones y trompetas, aprovechando las cañerías viejas. Cuando algunos chicos comenzaron a adquirir nivel, Favio y las madres de muchos alumnos, impulsoras de la asociación comunitaria que sostiene y organiza la escuela, formaron la orquesta.

Ahora cientos de niños de Cateura y alrededores sueñan con estudiar música, tocar, viajar, con salir del barrio. La escuela los acepta a todos y cuando se van formando van entrando a la orquesta que sale de gira.

La comunidad y el país respeta a los "reciclados", como los mismos integrantes de la orquesta se reconocen.

La basura sigue ahí. Pero la barriada con niños de cualquier edad corriendo cada miércoles y sábado con sus estuches de instrumentos en la mano ya no es la misma.








(Texto y fotos por Santi Carneri distribuidos a medios de comunicación por la Agencia Efe)